En este año tuvimos muchas posibilidades de sembrar buenas semillas en los corazones de niños, alrededor de 900 corazones de niños de 3, 4 y 5 años, así también en los corazones de sus madres, las cuales acompañaron a sus hijos.
¡Qué buenas oportunidades y grandes responsabilidades! Esto nos animó y motivó de seguir con el trabajo. Los valores para una convivencia armónica queremos enseñar desde una temprana edad. Porque los niños pequeños absorben lo que les enseñamos como una esponga. Pues como lo decía Johann Oberlin “Lo que siembran, difícil alguien va poder erradicar”. (Johann Oberlin 1740-1826).
Iniciamos el año lectivo a mitad de febrero, con 48 escuelitas y finalizamos el año lectivo en la última semana del mes de octubre, sin grandes incidentes. Da alegría acompañar a las educadoras que trabajan con entusiasmo y esfuerzo, al ver a los niños y observar el brillo en sus ojos al realizar los diferentes quehaceres como: cantar, recitar versículos de la Biblia y rimas, jugar, recortar y pintar, nos da mucha satisfacción. Es un reto animar y fortalecer a las educadoras cuando quieren desanimarse, cuando requieren de más apoyo en su labor o cuando hay una alta deserción escolar. Un requisito para la apertura de una escuelita es que por lo menos 10 niños se inscriban para el año y que los niños asistan con regularidad. Otro desafío de este programa es encontrar colaboradoras que están dispuestas a acompañar regularmente a las educadoras comunitarias.
Durante el año lectivo hay diferentes actividades especiales. Un evento especial es el festejo del día del niño con juegos entre madres y niños, con cantos e historias, con torta y una sorpresa (regalito). No es un evento obligatorio para las escuelitas. Cada supervisora junto con la educadora comunitaria lo pueden realizar sí quieren, pero vale el esfuerzo al ver la alegría entre niños y madres.
Otro evento más esperado es la clausura, un día muy especial para los niños. En varias comunidades preparan un almuerzo especialmente para los alumnitos de la escuelita. El pastor trae un mensaje y bendice a los niños. Las madres con la educadora preparan una corona para cada niño y decoran con mucho entusiasmo el aula. Los niños cantan muchas canciones (hasta 30 en una clausura) y recitan sus rimas. Y cada vez me impresiona cuantos versículos de la Biblia los niños pequeños pueden recitar en dos idiomas: castellano y su lengua materna. Al terminar cada alumno recibe su carpeta con las hojas de trabajo del año y un pequeño regalito. En este año era un juego de burbuja, que les dio gran alegría.
Mi deseo es que podemos realizar el trabajo de manera en que Dios pueda seguir bendiciéndonos en esta labor tan importante.
Rita Wiebe
Coordinadora de la Educación Inicial/ASCIM