Ganadería familiar (Profinca 5F)
A través de la Fundación para el Desarrollo Agrícola (FIDA), un socio de ASCIM, los productores indígenas tienen la oportunidad de iniciar una pequeña finca ganadera. Esta iniciativa se conoce generalmente como Profinca 5F, nombre que proviene del préstamo que inició el proyecto en el año 2000. Ese año, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) otorgó un préstamo a largo plazo a FIDA para que las familias indígenas pudieran establecer una granja ganadera. El sistema funcionaba de tal manera que cinco familias indígenas se unían y solicitaban a la comunidad permiso para usar 100 hectáreas de tierra. Una vez aprobada su solicitud, el grupo solicitaba a FIDA un crédito para establecer la finca de ganado. El dinero, otorgado en el año 2000, benefició a 32 grupos.
El crédito fue único y se canceló en su totalidad en el año 2019. Sin embargo, a lo largo de los años, FIDA ha podido formar más grupos con el fondo. De hecho, el crédito del BID a FIDA estuvo disponible durante 20 años, pero los préstamos de FIDA tenían un plazo de 10 a 12 años. Así, más dinero volvió al fondo del que debía ser devuelto al BID, permitiendo la formación de 13 grupos más.
Algunas comunidades indígenas están tan convencidas del proyecto que han comenzado a reservar dinero en sus presupuestos comunitarios para el establecimiento de fincas ganaderas familiares. La comunidad pone el dinero reservado a disposición de FIDA, que presta a los productores interesados de dicha comunidad y devuelve el dinero después de recibirlo nuevamente. Por lo tanto, FIDA actúa como un miembro vinculante en esta cadena de producción. Esta autofinanciación es posible únicamente en las comunidades más grandes, que cuentan con un presupuesto estable.
Además, las cooperativas que colaboran con ASCIM, a través de la Fundación Tres Colonias, han contribuido con préstamos blandos para la apertura de nuevas Profincas 5F. También se registra el apoyo de los empleadores, ya que la condición para unirse a un grupo Profinca 5F es que cada una de las cinco familias proporcione dos ganados cada una. Estos animales son proporcionados casi exclusivamente por los empleadores de las personas interesadas, lo que demuestra el fuerte apoyo de la parte empresarial local al proyecto a lo largo de los años.
Las fincas familiares reciben asesoramiento técnico tanto de ASCIM a través de FIDA como de los asesores contratados por FIDA para atender a todos los grupos existentes. Este asesoramiento incluye el manejo de los trámites burocráticos en el servicio de salud animal de SENACSA, la labor de contabilidad, las vacunas y la coordinación de ventas de bovinos. Así, los productores son responsables únicamente del trabajo cotidiano en la ganadería, que también es acompañado por los asesores.
Una vez pagado el crédito, los grupos pueden seguir recibiendo este asesoramiento técnico al firmar un convenio anual correspondiente con FIDA. A inicios del año 2024, había 84 grupos en el programa Profinca 5F, de los cuales 31 ya habían cancelado su préstamo. Sabiendo que cada grupo cuenta con cinco socios, podemos decir, que este proyecto beneficia a 420 familias. Con esto, el programa está mejorando la calidad de vida de más de 1,500 personas en las comunidades indígenas que colaboran con ASCIM.
Tradicionalmente, los pueblos chaqueños eran cazadores y recolectores, quienes se relacionaban con la naturaleza de acuerdo a principios de armonía y sostenibilidad. Su seguro económico se basaba en la diversificación de productos de recolección, y en la costumbre de compartir los víveres con todos los parientes.
Hasta hoy, estos principios rigen la vida económica de los pueblos indígenas. Buscan la diversificación por medio de una amplitud de opciones modernas: huerta familiar, cultivos de renta, ganadería menor y mayor, changas en establecimientos vecinos, contratos de trabajo en los ramos de ganadería, construcción, producción de carbón, artesanías y servicios varios. La continuidad cultural se da en el sentido de que los grupos de familias utilizan estas opciones diversificadas para satisfacer las necesidades comunes, compartiendo los víveres entre todos sus miembros.
En este contexto, el departamento agropecuario de la ASCIM está acompañando a los pueblos indígenas tanto en la búsqueda de opciones factibles de subsistencia, como también en el ensayo y el desarrollo de las mismas.
El departamento agropecuario de la ASCIM realiza sus actividades desde la sede del SEAP (Servicio de Extensión Agropecuario) en Yalve Sanga, abarcando con las tareas de asesoramiento a un total de 18 comunidades indígenas del Chaco Central. El departamento se subdivide en las siguientes áreas de asesoramiento: agricultura, ganadería, almacén de consumo y contabilidad.
Objetivos específicos:
- Las comunidades indígenas y sus miembros trabajan según los principios básicos de la sostenibilidad económica, teniendo un crecimiento efectivo anual de por lo menos 3%.
- Las comunidades indígenas tienen profesionales para la agricultura y ganadería que se empeñan activamente y contribuyen al bienestar de su comunidad.
- 75% de las familias indígenas que viven en la comunidad tienen su huerta familiar para enriquecer su canasta familiar.
- 95% de las viviendas tienen provisión de agua potable.
- Las comunidades indígenas cumplen los principios de contabilidad generalmente aceptados (PGA) y las disposiciones impositivas vigentes en el país.
Las estrategias del programa de producción son los siguientes:
a) acompañar y asesorar a los colaboradores en su lugar de trabajo.
b) organizar y realizar capacitaciones específicas y rondas de intercambio.
c) organizar y realizar reuniones de planeamiento y de evaluación.
El parque de máquinas en las comunidades consiste en tractores de diferentes medidas, dependiendo del uso de los mismos. Algunas comunidades cuentan con un tractor, mientras que otras tienen hasta cuatro tractores.
Estas máquinas son usadas en la agricultura, en la ganadería y pueden ser contratadas por los socios de la comunidad para diversos trabajos como acarreo de agua, buscar leña o cualquier otro trabajo, siempre con el pago de las horas de servicio.
Las comunidades tienen también diversos implementos para realizar los distintos trabajos tales como trailas, rastras pesadas y livianas, acoplados, rolos para el mantenimiento de las pasturas, niveladoras rotativas, etc.
El precio por hora se fija en el consejo de administración de la FIDA (Fundación Indígena para el Desarrollo Agropecuario).
Varias comunidades cuentan también con un camioncito de 5 toneladas y algunas ya poseen una camioneta para el traslado de personas, pacientes o materiales para la comunidad.
Se puede agregar, además, que estas maquinarias no son subvencionadas, sino tienen que ser autosuficientes. El 10% de los ingresos de los tractores va a una cuenta en FIDA para reemplazar las máquinas.
Los choferes de los vehículos son elegidos por el consejo comunitario y el asesor rural de la comunidad respectiva y reciben, en general, un sueldo base y un sueldo por hora trabajada o kilómetro recorrido.
Cada comunidad indígena que coopera con la ASCIM administra un almacén de consumo. Este almacén comunitario se crea con el objetivo de proporcionar a los socios productos básicos a precios accesibles. A través de este almacén, todos los habitantes de la comunidad pueden obtener los alimentos necesarios, la vestimenta y los artículos de regalo. Aquí también se gestionan los pagos por productos entregados y los créditos. Además, el almacén comunitario funciona como un centro de comunicación entre los miembros de la comunidad.
El almacén de consumo es de gran importancia para la comunidad, ya que el dinero generado regresa a la misma. En muchas comunidades, un segundo asesor administra el almacén, mientras que en otras, la administración está a cargo de los directivos de la comunidad.
Base de todo el asesoramiento del departamento agropecuario de la ASCIM y específicamente para las comunidades indígenas es el presupuesto. Este plan de financiamiento se desarrolla anualmente sobre la base de los ingresos y egresos registrados por el Consejo Administrativo de la Comunidad en colaboración con las personas encargadas del departamento agropecuario de la ASCIM.
Teniendo en cuenta que el presupuesto de la comunidad se firma por el Consejo Administrativo en el mes de junio cada año, cada cambio que se realiza posteriormente también debe realizarse por escrito.
A cada una de las 17 comunidades indígenas con convenio de cooperación con la ASCIM, la ASCIM proporciona un asesor rural. Este asesor trabaja en forma estrecha con el consejo de administración de la comunidad y es el nexo entre el departamento agropecuario de la ASCIM y la comunidad. Son los "puestos externos" de la ASCIM, ya que viven en las comunidades y por lo tanto, representan a la institución en las respectivas comunidades. Todos los asesores rurales de la ASCIM se reúnen una vez al mes para intercambiar experiencias de actividades y coordinar el trabajo conjunto.
El asesor colabora con el consejo administrativo de la comunidad respectiva y en forma conjunta administran las diferentes áreas de producción. Los asesores como también el Consejo Administrativo reciben constantemente el apoyo del gerente como también de los responsables de los subequipos (ganadería, agricultura y contabilidad) del departamento agropecuario de la ASCIM.
Diferentes responsabilidades del asesor rural:
- Asesora en la preparación y el proceso de las huertas familiares.
- Asesora en el proceso de producción de cultivos de renta como sésamo y poroto.
- También es responsabilidad del asesor, conjuntamente con el consejo comunitario de administrar la estancia para garantizar la eficiencia en el proceso productivo, en este caso específicamente de desmamantes, que son vendidos a los mejores precios, debido a la alta demanda por la calidad reconocida por los ganaderos de la zona.
- Otra área de trabajo es la administración del parque de maquinarias, que según tamaño de la comunidad consta de uno hasta 5 tractores y sus respectivos implementos agrícolas. Varias comunidades tienen camioncitos de 5 toneladas para el transporte de mercaderías y de personas. En este ámbito es importante el cobro por los servicios realizados por las maquinarias para poder mantenerlas funcionando.
- La supervisión del manejo de las finanzas, pago de sueldos, contabilidad comunitaria etc. también está a cargo del Asesor rural
El departamento agropecuario de la ASCIM tiene su sede administrativa (SEAP = Servicio de Extensión Agropecuaria) en el centro de Yalve Sanga. En el departamento agropecuario trabajan un total de 36 personas. Desde el SEAP, tres técnicos asesoran en las áreas ganadería, agricultura y contabilidad.
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Un desafío constante sigue siendo la diversificación de la producción, ya sea ganadera o agrícola. El equipo de trabajo del departamento agropecuario realiza diversas investigaciones en la búsqueda de ramas alternativas de producción. Por ejemplo, se realizó visitas en granjas de ovejas y otras comunidades indígenas para ver cómo trabajan y su producción de mungo, una especie de frijoles. Cabe mencionar que ASCIM, en colaboración con MEDA Paraguay y la gobernación del departamento de Boquerón, han iniciado un estudio de viabilidad para la producción de batata. Los resultados arrojados hasta ahora no son muy alentadores. Moringa (hojas y semillas) es otra rama de la producción, que puede tener ventas, pero los precios ofrecidos hasta ahora no son los esperados, por lo no se ha conseguido todavía un contrato comercial. Como alternativa de producción, algunas comunidades producen carbón que se vende en el mercado local.
Las comunidades indígenas están regidas administrativamente por la Ley del Indígena Nº 904/81 y, por consiguiente, están exentas de impuestos. Sin embargo, en la práctica, no existe un modo efectivo de exención fiscal, y las comunidades indígenas patrocinadas por ASCIM, al generar ingresos en el sector agrícola, también pagan IRAGRO, el impuesto a la producción agropecuaria.
Siempre ha habido asesoramiento financiero en las comunidades indígenas por parte de ASCIM. Hasta el año 2011, la contabilidad se realizaba en tres áreas principales: la estancia ganadera comunitaria, el parque de máquinas y la administración comunitaria. En 2011 se llevó a cabo una reestructuración. Se instalaron computadoras en las comunidades y se contrató personal indígena como secretarios/as. Su tarea es facturar los gastos e ingresos, organizar todos los documentos en las listas respectivas creadas para este fin en la cuenta correspondiente y registrar los gastos e ingresos de los créditos de siembra en los archivos correspondientes. Una vez al año, se elabora conjuntamente con el Consejo Administrativo de la comunidad una estimación provisional de los ingresos y gastos. A continuación, se recopilan los datos introducidos por el secretario y se realiza una actualización mensual del presupuesto. Con estos datos se envían los resúmenes mensuales al Ministerio de Hacienda, junto con numerosas otras tareas burocráticas que deben enviarse a dicho ministerio. Gracias al trabajo de los secretarios, la contabilidad actualmente se realiza bajo la supervisión del asesor contable del departamento agropecuario sobre la estancia ganadera comunitaria, el parque de maquinarias, la administración comunitaria, la agricultura, la mercancía, las cuentas especiales, la clínica y la AMH (Ayuda Mutual Hospitalaria).
En 2014 hubo otra importante reestructuración en el área de contabilidad comunitaria, cuando el Ministerio de Hacienda introdujo la Ley del IRAGRO. Se adquirió el software necesario y se estableció una red digital con las comunidades, que permite el acceso a las PCs respectivas de la comunidad y una formación permanente de los secretarios.
La ASCIM promueve el cultivo de huertas para su propio consumo. En este ámbito, sobre todo es necesario motivar a los colonos, que lo hace el técnico agrícola de la ASCIM a través de charlas breves y visitas a las comunidades.
Las huertas de consumo familiar son financiadas por el presupuesto comunitario. Los costos están previstos en el plan financiero anual, que posibilita la preparación de los campos con las máquinas comunitarias para sembrar dos o tres veces al año.
En 2023, se logró presupuestar una superficie de 1.982,8 hectáreas de huertas familiares. Fueron plantadas mandioca, batata, maíz, sandía, etc.
El asesoramiento referente a los cultivos de renta incluye la cantidad de los diversos cultivos de campo que se van a cultivar, así como la rotación de los cultivos para preservar la fertilidad del suelo. La diversificación de la producción se fomenta en la medida de lo posible, siempre acompañado con el esfuerzo de entregar semillas de buena calidad. También se ofrece asesoramiento técnico sobre el almacenamiento y la comercialización de los productos. El departamento agropecuario además da cursos de capacitación a los agricultores indígenas por medio de demostraciones prácticas y visitas domiciliarias.
Últimamente, el sésamo está ocupando el lugar número uno como rubro de la producción agrícola de renta y ha logrado una buena aceptación en el mercado internacional. Para lograr financiar la siembra, FIDA (Fundación Indígena para el Desarrollo Agropecuario) entregó un crédito a los productores interesados (aproximadamente 1.5 Ha/productor). El sistema de crédito agrícola funciona de tal manera, que cada productor interesado, sin morosidad, puede solicitar un crédito en su comunidad. Pueden sembrar en forma individual o en forma grupal, donde se unen 5 productores para alcanzar una superficie más grande que abarata el costo de producción. Las maquinas comunitarias prestan el servicio de preparación de suelo y siembra, también ciertos cuidados culturales. Al entregar la cosecha en su comunidad, el productor recibe un pago inicial para el producto. Si la comunidad ha cobrado la totalidad del dinero del comprador final, se procede al cálculo del crédito que se descuenta del pago final.
Desafíos en la producción del sésamo son principalmente factores como la falta de rotación de cultivos (suelos agotados y presencia de enfermedades de suelo), ataques de orugas, presencia de malezas, corte tardío etc. Principalmente se produce la variedad Escoba blanca, aunque se hicieron ensayos con otras variedades para comprobar su tolerancia a enfermedades de suelo como la Macrophomina.
También se plantan poroto, principalmente de la variedad San Francisco.
El principal desafío del asesoramiento agropecuario es encontrar una alternativa al sésamo para asegurar la rotación de los cultivos. Por esta razón, se ha experimentado con varias parcelas en algunas comunidades. De esta manera se busca promover alternativas al sésamo y además crear un aula en el campo.